Friday, December 27, 2013

Pequeño comentario de mi primer voto desde el exterior


La dependiente revisó de nuevo la esquina superior derecha del sobre celeste. Hizo una mueca y lo colocó junto al resto de correspondencia.

Yo estaba atendiendo a mis hijos pero mi suegra le insistió: “No se necesita pagar, es un servicio prepagado del país”, le explicó. “Ok”, respondió y llamó al siguiente usuario. Es la oficina del correo de Bath Beach, una de las más ocupadas del suroeste de Brooklyn. Aquí he visto depositar desde cajas más grandes que personas, llenas de ropa de segunda mano, carteras que valen más que un mes de renta… hasta empleadas de tiendas asiáticas entregando decenas de cajitas con pedidos. 

Junto a todas esas encomiendas, allí va mi primer voto desde el exterior.

El paquete electoral llegó de sorpresa en la semana de la Navidad; digo sorpresa porque recién había leído que el TSE había terminado de  hacer los envíos el 4 de diciembre. Pero llegó. Antes de pensar en mi propio voto, comencé a rastrear con activistas salvadoreños dispersos por el país, quienes me confirmaron que algunos compatriotas no sólo ya lo habían recibido, sino enviado de vuelta a El Salvador.

Entonces debo apurarme, pensé. Pero llegó la Nochebuena con sus preparativos y movilizaciones, además la temperatura cayó varios grados bajo cero y no me animaba a enfrentar, además el vientecillo de la bahía.

Ayer, aprovechando que mi suegra trajo algunos encargos, fuimos hasta la oficina del correo. Aunque procuro estar informada para no cometer errores, hay muchas cosas que no sabía, por ejemplo, que ya viene la papeleta para la segunda vuelta, que a los compatriotas que señalaron que no pueden escribir ni firmar  les enviarían la tinta especial y que supuestamente no debe depositarse en el buzón sino entregarse a la dependencia. Esos detalles que servirán para corregir la tarea en el camino.

El proceso para votar por la vía postal es fácil. Aquí hay un pequeño video.

Los encargados de redes sociales del TSE tomaron mi foto –como la de otros compatriotas-, entregando mi sobre celeste en el correo. Resultó interesante leer los comentarios, algunos muy mezquinos por cierto, denigrando a los salvadoreños que vivimos en el exterior. Otros me preocuparon porque señalaban que había que pagar para que los sobres no quedaran en espera con el trajín de la correspondencia de fin de año. El servicio  postal en Estados Unidos es eficiente y seguro –aunque todavía me da miedo eso de enviar y recibir cheques-, así que no creo que eso pase.

En la fotografía del primer voto enviado desde el extranjero es evidente que no se necesita pagar más.

Mi hija de cinco años me preguntó qué estaba haciendo con el famoso sobre celeste. Le expliqué y recordamos la vez que acompañamos a su papá a votar en la escuela secundaria de New Utrecht para elegir el nuevo alcalde de Nueva York.

Seguro son conceptos aún elevados para ella, pero hemos sembrado la semilla de nuestros derechos y deberes como ciudadanos. ¿Cambiaremos el destino de sus dos países? ¿Sirve de verdad invertir todo ese tiempo y energías para emitir el voto? Confiamos en que sí.
Venezolanos, mexicanos, ecuatorianos lo hacen desde hace años; éstos últimos hasta eligen legisladores.


Si bien la inscripción de los votantes salvadoreños en el exterior apenas es representativa –menos del 1%- es un buen ejercicio, de justicia, dicen unos, de democracia, dicen otros. Creo que el país ha avanzado en la dirección correcta, aunque todavía queda mucho por hacer para realmente acercar el gobierno y las instituciones a quienes vivimos afuera. 


No comments:

Post a Comment